Cuando yo estudiaba marketing (y no quiero decir cuanto años hace ya...), tenía dos profesores de Comercio Exterior: uno venía del mundo comercial y nos aconsejaba lanzarnos a los mercados emergentes, especialmente los países sudamericanos en los que, afirmaba, se puede trabajar con unos margenes extraordinarios y, en poco tiempo, obtener grandes y especulativos (¿o decía delictivos...?) beneficios. Claro que, nos recordaba, hay que ir dispuestos a comprar complicidades, pagar comisiones y corruptelas.
El otro, ingeniero de formación, nos decía que huyéramos del "tercer mundo", donde los incumplimientos, la morosidad y los impagados se acumulaban como por arte de magia. Y nos recomendaba esforzarnos en abrir mercado en los países occidentales, Europa, los USA y países maduros, donde cuesta entrar, son muchas las exigencias técnicas y obligaciones legales. Pero compran con regularidad y pagan sin el más mínimo problema. Porqué son serios y formales.
Lo lógico sería hacer un "mix" de mercados; trabajarte los serios para obtener una seguridad y continuidad en tu negocio y, si tienes fuerza suficiente, arriesgarte a algún mercado tercermundista donde los beneficios rápidos pueden ser considerables. Pero para trabajar en ellos con tranquilidad has de tener un producto que para ellos sea imprescindible y no puedan obtener en otra parte y por lo tanto te respeten. O entrar arrasando como los chinos ahora o los japoneses antes. O ser capaz de enviarles la 6ª Flota si te empiezan a putear.
Recuerdo que al principio de la transición y siendo parlamentario Miquel Roca i Junyent, en unas conferencias este explicaba su estupor cuando las Cortes Españolas recibieron la visita del presidente argentino Raúl Alfonsín, el primero democrático después de años de dictaduras y populismos, Perones y demás mafias político-delictivas. Y decía que cuando Alfonsín les dijo a los parlamentarios españoles que Argentina tenía que dejar de pagar la deuda, estos le aplaudieron a rabiar como si nos hiciera un favor.
Y las cíclicas crisis argentinas, todas causadas por la rapiña de sus dirigentes, siempre han conllevado el que dejen de pagar lo que deben. Y cuando no, te roban lo que previamente te han vendido ellos y cobrado. Como ahora con REPSOL y el putón verbenero (y ya envejecido) de la Kirchner, haciendo de Eva Perón revivida.
Ya lo dijo un anterior Presidente de Uruguay, uno de los pocos países, junto con Chile, un poco serios del continente sudamericano: "Los argentinos son una banda de ladrones". Y si lo sabría él que los sufre como vecinos...
Coronel Von Rohaut
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