viernes, abril 15, 2011

¿Donde están las mariposas de antaño?


Ahora que ya estamos en plena primavera recuerdo que en los campos de mi infancia, no la selva tropical si no los campos de labranza, trigales, viñas, huertos y frutales del pueblo de mi abuela, habían multitud de abejas zumbonas y laboriosas (¡joder! vaya topicazo he soltado, vaya lugar común entomológico me ha salido), así como cantidad de multicolores mariposas, con sus alas desplegadas y adornadas con fantasías simétrico-geométricas.

Al parecer, ahora hay muchas menos y en descenso, debido al uso masivo e indiscriminado de insecticidas y fitosanitarios químicos.

Al disminuir los insectos también son menos las golondrinas que, cada año, nos visitan. Como las que anidaban debajo del balcón de mi casa del pueblo, en sus nidos de barro, paja y saliva (¡vaya maravilla de ingeniaría arquitectónica! ¿como se aguantaban pegados a la pared y debajo del voladizo?) y que con precisión cronométrica regresaban cada año a los mismos nidos a criar. Supongo que a través de los años las que regresaban eran las hijas de las hijas, que llevaban su certificado de empadronamiento impreso en su ADN.

Yo las veía revolotear frente a sus nidos, con sus gráciles y veloces acrobacias aéreas mientras cazaban mosquitos para sus crías. ¿Qué hicieron el año que, al regresar de su hibernada africana, no encontraron su nido, destruido por un malvado pintor de fachadas? Yo lloré; pero mi abuela dijo que ya se veía que no me tocaba a mi fregar cada día la mierda que se acumulaba debajo de los nidos... ya que las golondrinas, que tontas no eran, evacuaban agarradas al reborde del nido y con el culo fuera.

Siguen habiendo bastantes vencejos (el catalán "falciot") pero no tienen la gracia de las golondrinas ("oreneta" en catalan, "swallow" en inglés o "hirondelle" en francés, "aronde" en francés arcaico o poético) con su cola horquillada y su pecho y vientre blancos. Que al final del verano y no se sabe por que oculta señal u orden superior, se reunen en las afueras de los pueblos, en grandes bandadas agarradas a los cables eléctricos y todas mirando hacía la misma dirección y dispuestas a iniciar, juntas, su anual migración hacía el cálido sur de África.

Coronel Von Rohaut

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