jueves, diciembre 23, 2010

Miente que algo queda




Muchos nacionalistas españoles (¿o habría que decir castellanos?), siempre que intentan, y lo hacen a menudo y con un vigor digno de mejor causa, negar la singularidad catalana, se remontan a una primigenia, pero dudosa, unidad de todos los pueblos de la península ibérica ya bajo la dominación romana: Hispania.

Pero Hispania, denominación fenicia de la península ibérica, era empleada por los romanos como simple designación geográfica y, durante su dominación, jamás formó un conjunto político ni administrativo si no que, después de su conquista, fue repartida en tres provincias diferentes y cada una de ellas directamente ligada a Roma y sin ningún tipo de federación, salvo los posibles contactos comerciales los cuales, de todas formas, eran inferiores a los que cada una mantenía, por separado, con la metrópolis romana.

Dichas provincias fueron la Hispania Citerior o Tarraconensis (la mayor, del Norte y con capital en Tarraco, la actual Tarragona, y que era dos tercios del total conquistado), la Hispania Ulterior Baetica (la actual Andalucía con capital en la ahora Sevilla) y la Hispania Ulterior Lusitania (que sería el actual sur de Portugal). Posteriormente, a la Tarraconensis se le segregó la Cartaginensis, con todo el centro de la península, y la Gallaecia con lo que ahora es Galicia y el norte del actual Portugal).

Luego si que con la invasión bárbara de los pueblos germanos, los visigodos crearon un único reino, con capital en Toledo. Pero dicho reino visigodo no unió a los pueblos de Hispania si no que los dominó desde su núcleo extranjero de poder. Al caer, luego, bajo la invasión musulmana (fácilmente ya que las poblaciones no se sentían ligadas a una unidad política ni nacional) e iniciarse, más tarde, la Reconquista cristiana de la península, desde los feudos de resistencia de los montes astures se formó la expansión castellana con la creación de su Reino. Mientras que la reconquista de las tierras catalanas se organizó desde el sudeste del Imperio Franco, al otro lado de los Pirineos. Y a los condes (godos refugiados y asimilados a los francos) a los que se encargó la vigilancia y expansión de la frontera sur del Imperio, la llamada Marca Hispánica que daría nacimiento a Catalunya, nada tenía que ver con el núcleo astur-catellano-leonés. Y poco con el navarro-aragonés.

Y ahora que vengan los nacionalistas españoles a hablarme de historia. Pero que primero se la lean. Sobre todo la de la Hispania romana.

Coronel Von Rohaut

1 comentario:

interbar dijo...

Mi coronel, la Hispania romana y la Iberia griega se corresponden a áreas geográficas que estos dos pueblos y los fenicios conocían por haber circunvalado la península. Sin embargo los romanos ya pudieron ver unos espacios de relación especial, de puesta en escena de diversos pueblos que va más allá de la geografía como puede ser Hispania, La Galia, Britania, Germania e Italia. Los godos generaron un Estado unitario con largas luchas contra suevos, vascos, norteafricanos y bizantinos. No se puede hablar de Nación política. El Estado moderno español deriva del reino medieval de los Reyes Católicos que ya empezaron a crear instituciones comunes, que se haya mantenido unido es una casualidad histórica aunque el interés aragonés estaba en la fuerza militar de Castilla para implicarla en la defensa del Imperio aragonés en el Mediterraneo (Garellano , Ceriñola).La Nación política se termina de forjar en el siglo XVIII con Mayans, Jovellanos y el coronel Cadalso entre otros siendo su puesta de largo la Guerra de Independencia. El conflicto civil que decidirá la construcción nacional entre carlistas y liberales dará la victoria a los liberales, en ese contexto el catalanismo de Almirall, Prat de La Riba etc. lucha por dar a Cataluña el protagonismo que creen merecer dentro de España preservando el proteccionismo. Las naciones modernas decimonónicas son productos de la política, la geografía y las economías de escala y de ahí nacen Francia, R.U.,España, Alemania, Italia.