domingo, enero 17, 2010

Yo y las Españas

Me pongo por delante de forma totalmente premeditada y por que no le doy a España ninguna posibilidad de situarse, jerarquicamente, por delante de mi persona. Ni la buena educación o las buenas maneras han de ser excusa para ceder protagonismo o relevancia a una entidad que no me merece ningún respeto, ninguno. Ni por delante mio ni menos por encima de mi nación catalana voy a permitir que se sitúe, ni siquiera nominalmente, un ente con sus símbolos al que considero mi enemigo declarado, mi opresor antagonista histórico.

Un periodista de La Vanguardia, periódico nada, pero es que nada, sospechoso de independentismo catalán, comentando la contumaz persistencia del ministro "sociata" Pepinho Blanco en mantener sin fisuras ni cesiones, el monopolio de AENA, organismo ineficiente y centralista del propio ministerio, en la gestión del aeropuerto barcelonés de El Prat, dice que "... le han asestado una gran puñalada... al borrar a Barcelona del mapa de grandes ciudades del mundo... al consolidar el poder de esta élite funcionarial, heredera del franquismo, que gestiona todos los aeropuertos españoles... el nuevo proyecto de Fomento mantiene y refuerza la posición subordinada de El Prat a seguir ejerciendo de sucursal de Barajas para aportarle viajeros transoceánicos... lo que ha sido muy fácil porqué el "bunker" aeroportuario español es un "lobby" transversal apoyado tanto por el PP como por el PSOE..."

Tengo amigos que o son españoles y lo declaran o son catalanes pero dicen sentirse igual o primeramente españoles (a lo que tienen todo el derecho del mundo), que algunas veces me han hecho saber su disgusto por los insultos que, a menudo, dedico a España, su gobierno y sus habitantes. Se sienten ofendidos por mi vocabulario y alguno me he dicho que mi odio o rencor es solo fruto de un cierto complejo de inferioridad.

Pues bien, no. Mi odio hacía España y lo español es solo en justa correspondencia al desprecio, por usar una palabra suave, que ellos sienten hacía mí y mi país. Quizás no se dan cuenta porqué lo que ellos consideran un sentimiento natural de nacionalismo español, al que ni siquiera se deciden a denominar "nacionalismo" de tan obvio que les parece es, automáticamente, un ataque, una agresión, una expoliación hacía el mío, igual de respetable.

Cuando en el 2005 debatíamos el proyecto de nuevo Estatut (que nos hubiera devuelto lo que nos pertenecía y nos era sistemáticamente robado año tras año), proyecto que ni era todavía conocido por la gente común, un 57% de madrileños declaraba creer que Catalunya recibía del estado más de lo que aportaba y un 65% (un 51% en el conjunto del estado) ya afirmaba que dicho Estatut ni debía ser aceptado a trámite. Recuerdo, cuando se hizo una de estas encuestas callejeras promovida por el PP, respetables y elegantes señoras madrileñas preguntar ante las cámaras de televisión: "¿Donde hay que ir a votar contra los catalanes?".

Cuando a finales del 2005 entró el proyecto en las Cortes para su discusión, un 60% de madrileños dijeron que debía ser rechazado sin debatirlo, un 65% que el proyecto amenazaba la unidad de España (ninguno se lo había leído) y un 68% que Catalunya no podía definirse como Nación.

A pesar de los acuerdos (con alevosía y nocturnidad) entre Zapatero y Mas que, para que no fuera totalmente rechazado (lo que para mí hubiera sido infinitamente mejor para Catalunya), acordaron rebajar la mayoría de sus propuestas, un 77% de madrileños no creían que la disposición integraría mejor a Catalunya en España (lo que yo, independentista catalán, no quiero en absoluto pero es por lo que Mas negoció con Zapatero) y un 61% afirmaban que rompería la "solidaridad territorial". En esto sí llevaban parte de razón ya que con este eufemismo de la "solidaridad" esconden en España el expolio, el robo continuo a Catalunya con el que se financian otras partes de España pero no para igualarlas a Catalunya, lo que hasta podría ser bueno y comprensible siempre que no tuviéramos que pagarlo todo nosotros si no, ahora ya y desde hace tiempo, para superarnos y en detrimento y menoscabo descarado de Catalunya y sus habitantes (sean estos oriundos de donde sean).

Cuando en julio del 2006 el nuevo Estatut ya había sido "cepillado", en acertada expresión de Alfonso Guerra, Presidente de la Comisión Constitucional del Congreso, y a su paso por las Cortes había sido tan rebajado, degradado y prostituido que no quedaba nada (salvo cuatro palabras simbólicas que ahora quiere cargarse el Tribunal Constitucional) del texto original, un 62% de honrados españoles capitalinos seguían opinando que "sería malo para el conjunto de España".

Luego, si ellos se declaran tan descaradamente y sin ningún arrependimiento ni contrición, sin ninguna señal de enmienda, enemigos míos, yo tengo todo el derecho en considerarlos mis más obcecados contrincantes. Y al enemigo, ni agua. Y les seguiré insultando y combatiendo sin descanso... (*)

" ¡ Delenda est Castilla ! "

Coronel Von Rohaut

(*) Y que me entiendan y perdonen los que sean mis amigos. A los demás, que les den mucho por el culo.

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