sábado, junio 13, 2009

La pena capital

Ahora mismo no recuerdo si jamás lo había expresado, pero soy total y absolutamente contrario a la pena de muerte (*).

Y por una única y muy básica razón y aunque, para la sociedad, sería mejor que algunas personas estuvieran un metro bajo tierra. Y es debido a la existencia de los errores judiciales. Si has enviado un individuo a la cárcel y al cabo de años, por una revisión del caso, la aparición de nuevas evidencias o la existencia de nuevas técnicas de investigación como, modernamente, el análisis del ADN, resulta que era inocente, le liberas y le indemnizas y, mira tú, más o menos, tiene arreglo. Mientras que si ya lo has ajusticiado, el error no tiene vuelta atrás. Y los errores judiciales se ha comprobado que se dan en porcentajes bastante elevados, sobre todo en países como España donde el impartir justicia está en manos de muchos chapuceros, como se desprende a diario de los malditos medios de comunicación.

Ahora bien, la redención, conmutación o reducción de penas debería estar mucho más controlada y restringida ya que muchos delincuentes convictos y confesos salen de rositas en cuatro días y esto no es justo, si esta palabra tiene algún valor. Garantías judiciales, las justas pero no más. Y penas, las convenientes pero no menos.

Y hay que respetar los derechos de los delincuentes, como personas que son, pero más, mucho más, los derechos de las víctimas inocentes y de la sociedad en general, que ha de poderse deshacer de los malhechores, criminales e individuos asociales y no por venganza, pero sí por protección, por defensa propia.

Y para algunos crímenes horrendos o especialmente sensibles para la sociedad, así como para los multi reincidentes que ya han demostrado su nulo interés en reinsertarse o incapacidad de arrepentirse, debería existir la cadena perpetua o reclusión de por vida, sin derecho ni posibilidad alguna de salir.

No sé si ha quedado claro.

Coronel Von Rohaut

(*) Excepto, quizás, en tiempo de guerra y bajo la ley marcial, para traidores o personas que hayan puesto en grave peligro la seguridad nacional, genocidas o grandes criminales de guerra o contra la humanidad. Puesto que la base principal de la guerra es matar, Dios nos perdone, y a cuantos más mejor, me parece hipócrita y farisaico que después nos venga de uno...

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