viernes, enero 12, 2007

No, no son iguales

Cuando la Guerra del Líbano del 1982, yo tenía clientes en Tel Aviv y en Beirut.
Supe que iba a empezar la guerra porqué me llamó por teléfono la secretaria de mis importadores en Israel diciéndome que parara todos los embarques previstos puesto que los tres socios del negocio habían sido movilizados.

Del otro lado, mis distribuidores en el Líbano, arabes pero no musulmanes si no cristianos maronitas, me visitaron al finalizar la contienda y estuvimos hablando sobre lo acaecido y me explicaron lo que sigue:

"Claro que nosotros consideramos a Israel como un enémigo que ha ocupado nuestro país, pero al principio del avance judío, un destacamento del Tsahal (el ejercito de Israel) fué emboscado por fuerzas libanesas (posiblemente chiís) y los judios reventaron la puerta del almacén que tenemos en aquella carretera para refugiarse dentro.
Una vez terminado el enfrentamiento, el teniente judío al mando del pelotón nos llamó por teléfono al número que había encontrado en nuestro despacho, para explicarnos lo ocurrido y nos pidió si podíamos pasar por nuestro comercio para hacernos cargo del mismo, que había quedado abierto y repasar, antes que se fueran, que no faltase nada.
Lo hicimos y el teniente se despidió correctamente.
No queremos ni pensar lo que hubiera quedado de nuestras existencias si los que hubieran entrado hubiesen sido los nuestros. No son iguales".

Por descontado que una anécdota no puede elevarse a categoría. Pero yo no cuento lo que dicen "Le Monde" ni "El País", si no lo que viví personalmente.

Coronel Von Rohaut

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